Desconocidos que intercambian día a día saludos o miradas furtivas; danzas embriagadoras en la orilla de la playa; evocaciones cargadas de sensualidad; amores prohibidos o frustrados; esperas desesperadas, desilusiones repentinas, encuentros desencontrados, secretos inconfesables... Las 12 + 1 historias de verano en la isla, de Felina León, han sido escritas para ser saboreadas bajo la sombra de una palmera junto al arrullo del mar zarandeado por la brisa del alisio o al ritmo de la música del chiringuito de moda.
Personajes sin nombre, apenas esbozados, se funden con el entorno donde se desarrollan estas escenas llenas de chispa, de tal modo que es el paisaje de la isla el que cobra protagonismo gran parte de las veces al convertirse en el único testigo de los hechos que acontecen.
Una sonrisa no exenta de sarcasmo se esconde detrás de cada uno de estos textos; algunos festivos, otros empapados de nostalgia o rociados de impotencia, pero todos ellos envueltos en un revoltijo de olas de pasión, erotismo, voluptuosidad, lascivos presagios o «pecaminosa lujuria».
Trayectoria de la autora
Felina León vive en Buenavista del Norte. Allí se crio y ha pasado casi toda su vida. Allí, nacieron sus cuatro hijas y ahora también sus nietos. La autora creció envuelta en la literatura de tradición oral, gracias a sus abuelos maternos: cuentos sin censura, romances, cantares y vivencias en Cuba como emigrante. Aprendió muy pronto a leer y su madre cada vez que salía fuera del pueblo (su abuela tenía una tienda) le traía cuentos como regalo («si me portaba bien y tenía “fundamento”, claro», apunta). Luego, interna en el colegio de las monjas («para hacerme una “señorita”, “malimpiado” esfuerzo»), la lectura era una droga para ella («el colegio, una cárcel que en mi inocencia sentí merecida») hasta el punto de que sufrió algunos problemas graves de disciplina por esta causa («leer, según qué, cuándo o dónde era escandaloso»). Leía y recitaba y empezó a escribir poesía dedicada o religiosa. En la adolescencia, el tema fue el amor, o más bien el desamor. «Gané incluso un par de concursos que organizaba el ayuntamiento de La Orotava y otros a nivel local. También escribí un cuento que publicó CajaCanarias y algún otro en el concurso comarcal de cuentos», afirma.
En el instituto descubrió a Federico García Lorca, «me enamore de él y de la pasión gitano-española que desprendían sus obras, tanto su poesía como su teatro». Precisamente la interpretación teatral es otra de sus grandes pasiones: «otra forma más física y carnal de vivir las historias», matiza. En la narración corta, venera a Ana María Matute. Su novela favorita «sigue siendo aquella del ilustre hidalgo que escribiera Cervantes hace ya mucho tiempo. Del teatro me gusta todo y todas las épocas».
«Hubo también un tiempo, en este pueblo mío, en que me dediqué a la protesta política cuando el pasar del tiempo hizo que se relajaran los ideales». Así, Felina León creó una especie de revista, «Ágora de Buenavista», dedicada a la crítica política y otros temas sociales del pueblo. Esta publicación tuvo diez ediciones.
En la actualidad, trabaja como maestra por la especialidad de Lengua. «Siempre he creído que la sabiduría de la Humanidad está expresada en los cuentos supuestamente infantiles, por eso procuro utilizarlos como herramienta en las clases con mis alumnos». Las playas y otros lugares visitados durante los meses de julio y agosto en Tenerife le sirvieron de inspiración para escribir su libro 12+1 historias de verano en la isla, que ahora ve la luz en Escritura entre las nubes.