Nació en Santa Cruz Tenerife, en 1958.
Quizás el haberse criado en una familia fecunda en ocurrentes poetas, luminosos acuarelistas y esforzados escritores contribuyera a forjar en Pili una secreta inclinación por el acto de escribir. Ella aún no lo sabía cuando emborronaba las torpes notas en aquellos cuadernos reglados o cuando en la última tarde de los domingos evocaba, para la redacción escolar de cada lunes, la excursión, el viaje por la isla o el guateque. De este modo, tan callado, Pili escribía.
Siquiera conservaba lo escrito, pues no escribía para ser leída: escribía y ya está. Así las cosas, no era extraño que años después lo así escrito aflorara en una mudanza, en una limpieza o en una obra doméstica: era incontestable el poder evocador de aquello que leía y que había nacido de su experiencia y de su pluma. Y si no es preciso leer lo escrito, la lectura solo se explica con la escritura. Y entonces Pili, con la misma intimidad y recogimiento, ya no se desentendía de cuanto escribía: ahora iba acunando, uno tras otro, en una carpeta ajada y descolorida, todos esos poemas tan libres y tan personales. Rendía su ternura a la familia, a su compañero, al nacimiento de sus hijos y los hijos de sus hijos, a sus solitarios paseos por la solitaria isla de La Graciosa, a sus no pocas amistades… La sana intención de que tanta ternura fuera leída.
Y no fue poca la insistencia de que toda esta carga emocional adoptara forma de libro, abandonando de una vez aquel cartapacio de otra época.
Y entonces llegó su primer libro: Momentos. Poemas en prosa, y su publicación en la editorial Escritura entre las nubes.