La escritora, víctima de pederastia y violencia machista, firmará ejemplares de su libro Muñeca invisible el próximo martes 15 de febrero en la Librería El Águila, en La Laguna (Tenerife), y el 5 de marzo en la librería Books & Papers, en el Centro Comercial Deiland Plaza, en Playa Honda – Lanzarote
La autora desvela en esta obra los entresijos de una vida desde que, con apenas tres años, comienza a sufrir abusos sexuales en el seno familiar
Hace apenas unos años, en el transcurso de su estancia en una misteriosa casa de acogida, la conejera María del Pino Caballero Umpiérrez, víctima de pederastia y de violencia machista, decidió romper su silencio y contar los traumáticos sucesos que han marcado su vida. Así, en la breve nota introductoria de su libro Muñeca invisible (Escritura entre las Nubes, 2022), la autora es rotunda y tajante en su decisión: «No pediré disculpas por lo relatado, aun sabiendo el daño que pueda causar. [...] La verdad duele, pero más duele tener que callar y fingir que todo está bien. Vivir ahogada en una mentira también rompe el alma». La escritora firmará ejemplares de este libro el próximo martes, 15 de febrero, entre las 17;00 y las 20:00 horas, en la Librería El Águila, en La Laguna (Tenerife) y el sábado 5 de marzo, entre las 17:00 y las 21:00 horas, en la librería Books & Papers, en el Centro Comercial Deiland Plaza, en Playa Honda, Lanzarote.
La primera edición de esta obra, publicada en 2018, se agotó en pocos meses sin apenas promoción o publicidad. Ahora, a comienzos de este 2022, Escritura entre las Nubes lanza una nueva edición corregida y revisada.
Muñeca invisible es el libro en el que la escritora María del Pino Caballero Umpiérrez rompe su silencio y desvela los abusos sexuales que sufrió en su infancia en el ámbito doméstico. La autora saca fuerzas de su propia flaqueza y logra volcar sus heridas sobre el papel para comenzar a construir una nueva vida.
Soledad, miedo, tristeza, zozobra, impotencia, pero también esperanza, fuerza e ilusión por crear una nueva vida son los distintos sentimientos que palpitan en esta obra autobiográfica de una mujer, que, a pesar de las circunstancias y desgracias con las que ha tenido que lidiar, ha logrado sobreponerse y salir adelante.
Este relato
estremecedor se lee de un tirón; escrito sin tapujos ni rodeos, con un estilo
muy ágil y condensado, que elimina todos los detalles superfluos, está narrado
con distintos saltos en el tiempo, pues la autora y protagonista intercala la
narración de sus vivencias en la casa de acogida con los distintos sucesos que
marcaron su existencia desde su infancia en el ámbito familiar:
«Llevo tres días viviendo en una casa de acogida. Nunca imaginé verme en esta situación: tener que estar pidiendo ayuda en Servicios Sociales para tener un techo donde dormir.
¡Me he visto tan sola… que aquí estoy, con cuarenta y siete años y una vida sin vivir!».
[…]
«Desde que tengo uso de razón, conozco el dolor. No recuerdo ningún acontecimiento en el que mi familia me hiciera sentir una niña feliz, siempre iba de la mano del miedo, mi fiel y triste compañero; yo, tan inocente, y ya me sentía destruida por quienes se supone que debía estar protegida».
[…]
«Una tarde en la que estábamos coloreando, mi tío se acerca a mí y, sin decir nada, me coge en brazos con mucha facilidad, como si no pesara más que una muñeca de trapo; se acomoda en mi silla y me sienta sobre sus piernas, dándole la espalda y mirando hacia Julia, que ya no la tengo al lado, sino de frente; no me percaté en qué momento mi tío había girado la silla hacia ella. De repente, noto cómo desliza su mano por debajo de mi vestido de cuadros azules y blancos, poco a poco, con suaves caricias llega hasta mi braguita, la cual retira hacia un lado y comienza a toquetearme. Me estremezco, quedo inmóvil deseando que pare lo antes posible. Siento miedo, pero no logro entender si esto es bueno o malo; no sé si debo dejar que lo haga o quitarme, solo sé que no me gusta, me siento avergonzada y vulnerable; él es el adulto y yo solo una niña. No sé cómo debo actuar ante esto y me quedo quieta con la cabeza baja mirando el suelo marrón con finas rayas canelas y sintiendo el calor que él desprende de su cuerpo sudoroso y maloliente».