La autora se estrena en las lides literarias
a sus noventa y un años
Archivo invisible es una recopilación de relatos de lo cotidiano que ha visto la luz en
Escritura entre las nubes
6 de mayo de 2015. María Mercedes Morales Méndez acaba de estrenarse en las lides literarias con su recopilación de relatos titulada Archivo invisible y tras cumplir sus noventa y un años. El volumen, que acaba de ver la luz en la editorial Escritura entre las nubes, tanto en papel como en formato electrónico, se presenta este viernes, 8 de mayo, a las 19:30 horas, en el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, en Tenerife. Los beneficios de la venta de esta obra en este acto serán donados a la ONG Médicos sin fronteras.
Noticias fugaces, acontecimientos sociales, lo insólito en lo cotidiano, historias de amor y nostalgia, el transcurrir de la existencia envuelto en un halo de ternura. Los personajes deArchivo invisible van y vienen y, entre tanto, nos regalan jirones de sus itinerarios vitales. Así, con su narración pausada y sencilla, casi sin darse cuenta, María Mercedes Morales Méndez ha construido un anecdotario de vida, una enciclopedia de reflexiones y recuerdos. Son esas vivencias experimentadas por ella misma o que otros le contaron que, por algún motivo, permanecieron registradas de modo inmutable en un resquicio de su memoria, tal vez, agolpadas todas ellas en un archivo invisible.
María Mercedes Morales Méndez nació en Santa Cruz de Tenerife, en el pueblo de la Cruz Santa, un siete de abril de 1924. Su padre, Gabriel, trabajó con ahínco como agricultor para cuidar de su familia con siete hijos. Su madre, Hermenegilda, los educó y motivó para que fuesen buenos estudiantes y obtuvieran un título universitario. Fueron tiempos difíciles: Guerra Civil y postguerra. Al terminar Filosofía y Letras, trabajó tres años en la biblioteca de la Facultad. En época de vacaciones, recogía romances en los pueblos cercanos. Diego Catalán, Catedrático de la ULL, coordinador, logró que años más tarde se publicara El romancero canario, donde su nombre aparece en segundo lugar como recopiladora. El bajo poder adquisitivo de la peseta, hizo que en 1955 emigrara a Venezuela. Durante treinta años trabajó como profesora de secundaria en la Academia Merici de Caracas. En 1963 nació su hijo. Siempre viajó a visitar a sus padres. En 2001 murió su esposo. Permaneció en ese país 48 años. En 2003 vino a Tenerife a visitar a su familia y, sin programarlo, se quedó. Comenzó con las Tertulias en el Centro de Mayores del Puerto de la Cruz, y pronto pasó a formar parte del Grupo de Literatura y que incentivaron su pasión por la escritura de relatos. En 2013 participa en la trilogía Somos solidarios con los microcuentos «Puerto de pescadores» (publicado dentro del libro colectivo Minitextos de amor y lujuria) y «La quema» (incluido en Minitextos para sonreír). Su recopilación de relatos acaba de ver la luz en su obra Archivo invisible (editada por Escritura entre las nubes).